dos mujeres jóvenes

Diario de una becaria – Marjut Sahlberg (parte 2)

Resistiré, para seguir viviendo
Soportaré los golpes y jamás me rendiré
Y aunque los sueños se me rompan en pedazos
Resistiré, resistiré.

Desde hace casi seis semanas, cada tarde a las 20h suena en los balcones de nuestro patio esta exitosa canción del Dúo Dinámico. Mis vecinos se reúnen para aplaudir y vitorear al personal sanitario desde sus ventanas, los más entusiastas salen incluso antes de tiempo. El Covid-19 ha hecho que los españoles, conocidos por su cultura colectiva hayan creado nuevos tipos de rutinas comunitarias.

De la oficina a la cama, y de la cama al teletrabajo
Después de cuatro meses como becaria en el Instituto Iberoamericano de Finlandia, a mediados de marzo se declaró el estado de alarma sanitaria en España, en un principio para dos próximas, y eso significaba pasar al teletrabajo y restricciones como quedarse en casa y salir únicamente para necesidades básicas: ir al supermercado o a la farmacia, por ejemplo.

La semana anterior, un médico me había diagnosticado una faringitis aguda y con una receta de ibuprofeno y vitamina A me envió a la oficina, pues como estoy bajo la seguridad social finlandesa, España no me puede dar baja laboral. Luego mis síntomas comenzaron a ser más fuertes y eran muy similares a los del coronavirus. Debido a la fiebre y al cansancio extremo, pasé la primera semana de cuarentena descansando en la cama, mientras mis compañeras de Instituto teletrabajaban. Ellas me llamaron y enviaron mensajes cada día para saber cómo estaba y también me aconsejaron llamar al número de teléfono que se había abierto para consultar sobre el coronavirus. Resultó que finalmente mis síntomas no habrán sido muy graves y tras una semana de descanso pude empezar a teletrabajar.

Como resultado de la pandemia, la solidaridad ha aumentado en toda España. Vecinos atentos han dejado sus números en la escalera de su edificio para ofrecer ayuda con la compra o la visita a la farmacia. Algunos se han ofrecido a limpiar casas de enfermeros que trabajan turnos muy largos. En los días soleados se puede oír a los vecinos charlando a voces desde sus balcones o ventanas abiertas y la conversación está acompañada de carcajadas. Los españoles siempre encuentran el lado positivo de las cosas.

Consecuencias en las actividades del Instituto
¿Y cómo ha influido la situación en las actividades del Instituto y en mis tareas de ayudante de cultura? De muchas maneras, pero lo que es la cantidad de trabajo no ha disminuido. Mi papel ha cambiado un poco. Hemos tenido que modificar, aplazar o incluso pensar en cancelar eventos planeados para esta primavera, y detener la organización de eventos en muchos aspectos.

Desde el principio consideramos que era muy importante que el público pudiera disfrutar del arte y la cultura desde casa, por lo que empezamos a planificar nuevos contenidos en línea para nuestras redes sociales y página web. Así surgieron estos diarios de becarias que ahora estás leyendo. El contenido de mi trabajo ha pasado de la organización eventos a las tareas de escritura y traducción. Hace poco he entrevistado por videollamada a un escritor finlandés, lo que me ha gustado mucho, y pronto podéis leer el resultado en la sección Entre Culturas.

Ventajas y desafíos
Estoy muy contenta de haber podido seguir las prácticas a pesar del estado de alarma y su prohibición de salir de casa para lo no fundamental. El paso al teletrabajo ha supuesto desafíos, pero también aspectos positivos. Por un lado, permite trabajar sin interrupción, y mejores condiciones para concentrarse en las tareas de escritura y traducción, si se compara con nuestra oficina abierta y su ir y venir cotidiano. Por otro lado, las interrupciones daban variedad a los días laborales. Al trabajar sola es fácil olvidar las pausas, el momento para el café, que sirve para mejorar la concentración, o la posibilidad de trabajar fuera de la silla. En este sentido, hay que recordar ser amable con uno mismo. Es comprensible que con la nueva situación y estando sola la mente pueda divagar durante la jornada laboral.

Seguimos el horario habitual del Instituto, de las 10 a las 18 horas. Sin embargo, trabajar desde casa hace que sea más difícil separar la jornada laboral del ocio. A veces las cosas no fluyen hasta los últimos minutos, por lo que en alguna ocasión sigo trabajando un poco más de lo previsto. Estoy intentando ser más precisa y cerrar el portátil a las seis, aunque a veces las mejores ideas surgen fuera del horario laboral y creo que vale la pena anotarlas.

Lo mejor del teletrabajo es el ahorro tiempo ya que mi desplazamiento se ha reducido, pasando de dos kilómetros a dos metros. Alguien se podría preguntar para qué necesita más tiempo una persona encerrada en casa, pero, os lo creáis o no, ¡no doy abasto en mi tiempo libre!

De las dificultades a las fortalezas
Esta situación imprevisible ha requerido flexibilidad y adaptabilidad. La incertidumbre ha fortalecido la resiliencia, desarrollado el control mental y obligado a vivir el momento presente. Aprenderlo no ha sido sencillo del todo, porque, aunque los planes siempre se pueden cancelar, ahora hay pocas garantías de que se hagan realidad. Al mismo tiempo, me resulta más fácil mantener la mentalidad de Carpe diem: basta concentrarse en lo que estoy haciendo y olvidar el resto. Al igual que las adversidades se suelen convertir en fortalezas, creo que esta experiencia se acabará transformando en algo positivo y estas cualidades me serán útiles tanto en el trabajo como en la vida en general.

El arte y la cultura aportan variedad a los días similares entre sí, también fuera del horario laboral. Te puedes sumergir en pinturas en un entorno virtual de la misma manera que en la vida real y olvidar todo lo demás por un momento. En cambio, en la vida real mi compañera de piso gallega (foto), con la que es imposible aburrirse, alegra mis tardes y fines de semana.

Un saludo a distancia,
Marjut

TOP 5 después del teletrabajo
1. Videollamadas
2. Escuchar música (en especial la de Bebe)
3. La serie Mercado Central
4. Dibujar
5. Meditar

Lee la primera parte