mujer sonriente con romero

Diario de una becaria – Ester Hyppönen (parte 2)

Me despierto, voy a la cocina y pongo la cafetera. Después de desayunar, tomo una taza de café, el ordenador bajo el brazo y me siento en mi sillón del balcón. Ha empezado otro día de teletrabajo.

A mediados de marzo, mis prácticas laborales dieron un giro inesperado, pues la llegada de la covid-19 puso el mundo patas arriba y obligó a la mayoría de los españoles a trabajar desde sus casas. El Instituto Iberoamericano de Finlandia no fue menos, también nosotros tuvimos que buscar nuevos cauces y rutinas diarias. Aunque al principio los cambios me provocaron dolor de cabeza, ahora que el teletrabajo ha encontrado su forma me he dado cuenta de las oportunidades nuevas e interesantes que ha creado la situación.

De la oficina al sofá: ¿qué va a salir de todo esto?
Como a lo largo de mis dilatados estudios universitarios me acostumbré a trabajar de modo independiente, pensaba que teletrabajar y fijar unos horarios propios me resultaría indoloro, pero la cosa no salió como había previsto: la primera semana supuso un gran reto. Los días no acababan de encontrar su ritmo y a veces me parecía dificilísimo concentrarme. Echaba de menos el contacto con las colegas y las pausas para café de la oficina. Lógicamente hay que tener en cuenta lo extraordinario de la situación, las limitaciones de circulación en todo el país y la rápida extensión del virus no son algo que ayude a la hora de adaptarse al teletrabajo.

Así pues, pasé la primera semana acostumbrándome a las nuevas circunstancias y buscando un nuevo horario que facilitara el trabajo desde casa. Por suerte nuestro equipo ha estado bien conectado vía internet y hemos podido apoyarnos unas a otras en todo lo relacionado con la situación. Y la segunda semana empezó de un modo muy distinto. Logré crearme un horario que funcionaba bien, también encontré las ganas y fuerza que había perdido un poco la semana anterior. La rutina del teletrabajo empezaba a cobrar forma.

Nuevas rutinas: el teletrabajo cotidiano
He observado que es muy importante crear una rutina diaria y centrarse en ella: despertarse a la misma hora, las rutinas matinales, sentarse detrás del ordenador y almorzar a la misma hora todos los días es algo que no solo ayuda a concentrarse en las tareas, sino que también mantiene alto el ánimo. Como lo haría en la oficina, en casa intento tomar pausas breves para beber un poco de agua, simplemente para estirar las piernas, o quizás para intercambiar un par de palabras con una colega. Mantener rutinas y un horario con pausas son aspectos decisivos a la hora del teletrabajo.

Es igualmente importante mantener el contacto con las colegas. El grupo de WhatsApp de nuestro equipo y el trabajo que hacemos en la plataforma Teams forman parte de mi día laboral y construyen el ahora muy necesitado sentimiento de comunidad. Sentir que trabajamos juntas hace el trabajo más agradable y fácil. Las videoconferencias que mantenemos cada dos días no solo me ayudan a fijar la semana laboral y ver mejor la totalidad de las tareas, sino que, me levantan el ánimo y me ayudan a aguantar los días de cuarentena, a veces muy monótonos.

Los retos te hacen crecer: las ventajas del teletrabajo
Aunque a veces echo de menos los días “normales” de oficina, me he dado cuenta de las ventajas del teletrabajo. Trabajar desde casa me ha enseñado a diseñar mis horarios y a usar aplicaciones muy útiles, también a aguantar la incertidumbre y la inseguridad. Durante estas semanas ha crecido enormemente mi capacidad de tolerancia al estrés así como mi paciencia; y es que no ha quedado otra, pues el futuro va de dos en dos semanas, como los periodos de cuarentena. Últimamente he aprendido a vivir el momento y a amarlo incluso.

Las circunstancias han hecho que mi creatividad florezca con una fuerza nueva. Como la actividad del Instituto consiste principalmente en exposiciones de arte y otros eventos para el público, en la situación actual hemos tenido que poner a trabajar las pequeñas células grises para desarrollar nuevas actividades virtuales. ¡Y me encanta hacerlo! Las actividades, una de ellas este blog, han sido muy interesantes y fructíferas, y creo que tendrá consecuencias no solo para mí sino para todo nuestro equipo. Pienso que la experiencia dejará huellas en nosotras y diversificará nuestros conocimientos. Además, tendré una historia increíble que contar a futuras generaciones: sobreviví la cuarentena en Madrid.

Espero que tú, que estás al otro lado de la pantalla, te encuetres bien. Mucho ánimo para esta nueva vida cotidiana y recuerda buscar el lado positivo, pues seguro que lo hay.

Saludos,

Ester
TOP5 después del teletrabajo:
1. Leer literatura en castellano
2. Videollamadas con amigos y familiares
3. La serie de televisión El Ministerio del Tiempo
4. Hacer la comida
5. Tomar el sol en el balcón

Lee la primera parte