En 1996, la Fundación Iberoamericana de Finlandia estableció el Instituto Iberoamericano de Finlandia en Madrid para promover el conocimiento mutuo entre Finlandia y el mundo cultural lusohispánico. La recientemente nombrada secretaria general de la Fundación, Elina Liikanen, acabó por casualidad en un voluntariado en América Latina, que inició su andadura por el mundo hispánico hasta llegar, a través de varias experiencias y estudios, hasta su trabajo actual en la Fundación.
Eres la secretaria general de la Fundación Iberoamericana de Finlandia. ¿Puedes hablarnos sobre tu trabajo en dicha Fundación?
Empecé mi trabajo como secretaria general de la Fundación Iberoamericana de Finlandia en septiembre de 2013 y poco a poco me he enterado de todo lo que conlleva esta tarea. En este momento estamos trabajando en un proyecto muy interesante que trata de una casa situada en Buenos Aires propiedad de la Fundación. Nuestro objetivo es empezar a organizar allí actividades culturales en los próximos años, pero antes de comenzar hay que poner la casa en condiciones para que pueda funcionar y arreglar los temas burocráticos a este respecto. El trabajo como secretaria general me inspira porque a través de la fundación puedo conocer ampliamente aspectos sobre las relaciones entre Finlandia y el mundo luso-hispanohablante. Gracias a él he tenido varias oportunidades de conocer a muchas personas interesantes. En octubre, por ejemplo, la directora del Instituto Iberoamericano de Finlandia y yo hicimos una visita a la artista finlandesa Outi Heiskanen, y unos días después los representantes de los Institutos científicos nos reunimos para conocer a la ministra de educación de Finlandia, Krista Kiuru. En noviembre vi a la presidenta Tarja Halonen, quien participó en la rueda de prensa de la Fundación. Sin embargo, la mayor parte de mi trabajo consta de tareas generales de administración y oficina: me encargo de la administración financiera, de contestar a los correos electrónicos y de la organización de distintos eventos. También actúo como secretaria en las reuniones de la junta directiva y estoy en contacto con distintos grupos de interés.
¿Cómo nació tu interés por Iberoamérica? ¿Y cómo ha evolucionado la relación a lo largo de los años, de tu trabajo y de tus estudios?
En realidad, todo empezó por casualidad. Quería irme a trabajar como voluntaria a la India y por eso contacté con una organización que, por error, me envió un folleto sobre América Latina, y después de leerlo rápidamente, decidí ir, ¿por qué no? Acabé en Costa Rica. Cuando marché, sólo conocía unas palabras en castellano, pero durante ese año mi conocimiento de la lengua mejoró porque viví en un pequeño pueblo donde nadie hablaba inglés. Al principio hice de profesora de inglés en dos escuelas del pueblo, más tarde trabajé en un parque natural especializado en la protección de tortugas y en un centro de reciclaje. Después de ese año viajé durante unos meses por América Central y México, y ya de vuelta a Finlandia, realicé Estudios sobre el Desarrollo y luego Filología Española. Aunque había pensado hacerme antropóloga, el español me cautivó y al final me gradué como filóloga. Después del máster acabé en España, en Santiago de Compostela, para estudiar Literatura, donde residí varios años hasta regresar a Finlandia para trabajar. [quote align=»left»] Mi interés por el mundo hispanohablante ha crecido a lo largo de los años gracias al conocimiento de la lengua y los viajes. Se trata de un territorio enorme que contiene un enorme abanico de culturas e idiomas. [/quote] Aunque en España y en América Latina se hablan varios idiomas, conocer al castellano me ha abierto la puerta al mundo iberoamericano, a su variada literatura y a su historia muchas veces llena de sangre. Sin conocer la historia es muy difícil, si no imposible, comprender la situación actual de las sociedades de la zona.
Estás haciendo una tesis doctoral sobre las representaciones de la Guerra Civil Española (1936-1939) y de la dictadura de Franco (1939-1975) en las novelas de la tercera generación. Háblanos un poco más detalladamente de tu estudio.
Después de la muerte de Franco y de la transición a la democracia se habló muy poco sobre la Guerra Civil Española y los tiempos de la dictadura. Se quería olvidar el desagradable pasado y el objetivo era construir un moderno estado europeo, lo que en el caso de España se ha conseguido hacer bastante bien. Durante mucho tiempo se pensó que el proceso de transición de la dictadura a la democracia fue un éxito, pero al partir de la mitad de la década de 1990 se empezó a poner en duda. La generación llamada “nietos de la guerra” ha empezado a insistir en la investigación de las violaciones de los derechos humanos producidas durante la guerra y la dictadura. Por otra parte, entre ellos se ha despertado la necesidad de recabar recuerdos sobre las últimas décadas antes de perderlos definitivamente con la generación que vivió la guerra. El interés por el pasado se observa también en la literatura española. Al partir de los años 90 y especialmente en la primera década del siglo XXI, se ha publicado una gran variedad de la literatura de ficción sobre la Guerra Civil y el franquismo, que no es “sólo ficción”, sino que participa en la conversación sobre el pasado de España y su interpretación. Las novelas apelan a los sentimientos del lector, así que la literatura constituye un instrumento fuerte que prepara las imágenes de lo que ha pasado. Muchas veces la intención de los escritores es llamar la atención del público sobre eventos y destinos “olvidados” del pasado. Particularmente en el caso de las novelas se recuerda a las víctimas de la dictadura y a los que lucharon por la democracia en la Guerra Civil. En mi tesis estudio las novelas sobre la Guerra Civil y la dictadura escritas por autores españoles que nacieron en las décadas de 1960 y 1970. Presento que en sus obras hay tres modos principales con los que se describe el pasado de España. Estas representaciones tienen efecto en la creación de la memoria cultural y en los objetos éticos, políticos e ideológicos de las novelas.
¡Qué interesante! Cuéntanos un poco más sobre estas tres maneras de representar el pasado.
Las llamadas “novelas de experiencia” conducen al lector al pasado como si éste viviera los eventos históricos a través de la experiencia del personaje principal. De este modo, se hace el testigo de los eventos. Las novelas se concentran en la experiencia individual y por eso las descripciones de los contextos históricos y políticos de los eventos son muchas veces sumarias. Las novelas de detectives forman el segundo grupo. En numerosas ocasiones el personaje principal se parece mucho al autor de los relatos, en los que, por lo general, en el presente se resuelve un evento del pasado. Las novelas describen el trabajo de un detective que investiga asuntos históricos, pero por otro lado se presenta también la evolución de la identidad del personaje principal respecto a los acontecimientos del pasado. La imagen sobre el pasado que transmiten las novelas de ese género muchas veces es más polifacética que la imagen de las novelas de experiencia. Sin embargo, la representación del pasado queda bastante en blanco y negro, así como sentimental. El tercer grupo lo constituyen novelas que ponen en tela de juicio. No ofrecen una imagen real sobre el pasado, sino que ponen en duda las interpretaciones actuales de la historia y las maneras de describir el pasado. Estas novelas rompen la ilusión de la realidad y demandan al lector que confronte sus esperanzas e ideas preconcebidas sobre la historia.