Dos turistas comen churros

Diario de una becaria – Tiiu Tiilikainen (parte 3)

Estas son ya las últimas semanas de mis prácticas en el Instituto. El tiempo se ha pasado rápido, a pesar de las circustancias de los últimos meses, tan diferentes a lo esperado. Después de despertarme y desayunar, regresar a mi habitación, abrir el portátil y empiezar el día de trabajo a distancia se ha convertido en algo cotidiano.

Algo familiar
Después de tres meses de teletrabajo, ir a la oficina parece una idea bastante extraña, es muy facil acostumbrarse a las nuevas rutinas sin ni siquiera pensar en ellas. La estructura de los días es diferente del trabajo presenciasl, y probablemente todos hayan desarrollado una rutina de teletrabajo personal y única. La mía incluye pasear por la mañana, justo antes de las horas más calurosas, tomar un café con mi compañera de piso y luego empezar a trabajar. He dividido las tareas en unidades más pequeñas para que cambien más de lo normal durante el día, lo que me ha ayudado a concentrarme mejor, ya que trato de crear días diferentes. Las rutinas del día se han mantenido igual y lo que hago fuera del hogar es bastante mínimo. Ahora sólo pienso lo bueno que es. No me quejo, he tenido más tiempo después del trabajo para hacer otras cosas y tareas, como he mencionado en otra ocasión. Noto lo bueno que es para la mente poder enfocarte en tus propios proyectos, ¡bastante refrescante!

Pequeñas alegrías cotidianas
A mediados de mayo comenzaron a levantarse lasrestricciones debido a la Covid-19 en España y también en Madrid. Ahora podemos pasar tiempo al aire libre en cualquier momento del día, ir de picnic, ver a los amigos, sentarnos en una terraza y visitar tiendas. Todo está bien controlado y debemos usar protección respiratoria en las áreas públicas, tanto en interiores como en exteriores. Esto se ha convertido en una nueva normalidad. Antes de salir de casa, compruebo que tengo las llaves, la cartera, las gafas de sol, el teléfono … ¡y la mascarilla!

Tengo que decir que ahora puedo apreciar la libertad de una manera completamente diferente. Es un lujo cotidiano que poder movernos en cualquier momento y en cualquier lugar. Las pequeñas alegrías de la vida han sido disfrutadas mucho durante estos meses extraños. El hecho mismo de ver gente en las calles, oír los ruidos nocturnos y oler a comida y pasteles en las calles es algo increíble. He aprendido mucho gracias a este tiempo excepcional, por ejemplo a enfocarme en mi bienestar y me concentro en hacer cosas que realmente me interesan. Este hábito ha llegado para quedarse.

La última página del diario
No es este el último día de mis prácticas, a pesar de que ya está cerca. Pensar en el final de las prácticas me pone triste, porque he aprendido y probado muchas cosas nuevas e interesantes durante este período de 11 meses. Por otro lado, espero con ansias lo que me trae el futuro. Comenzaré estudios de máster en España en otoño y, mientras tanto, estoy planeando poco a poco mi futuro. Esta habilidad también la he aprendido aquí, que no tiene sentido planear cosas con prisas sino día a día. Las prácticas en el Instituto ciertamente han sido un gran beneficio para mis futuros estudios en arte y cultura y ahora que he acumulado conocimientos y habilidades, ¡no voy a empezar a estudiar con los bolsillos vacíos, al contrario: la cabeza está llena de nuevas ideas y no puedo esperar a continuar aprendiendo cosas nuevos. ¡Gracias a todos mis maravillosos colegas por este tiempo!

Top 5 de las pequeñas alegrías de la vida:

  1. Se puede tomar buen café, gracias a que las tiendas de café están abiertas (adiós al café del Lidl).
  2. Leer un libro en el parque debajo de un árbol
  3. Churros los domingos con Ester, la otra becaria
  4. Comer cerezas orgánicas durante todo el día, que se pueden pedir directamente de un campo cercano.
  5. Sentir el viento sobre la piel al caminar al aire libre.

Lee la primera parte.
Lee la segunda parte.