Ángel Ganivet fue un escritor y diplomático español que ejerció de cónsul en Helsinki en 1896, cuando Finlandia todavía formaba parte del imperio ruso como un Gran Ducado Autónomo. Fue entonces cuando surgieron las Cartas Finlandesas, una colección de textos breves o epístolas, en las que Ganivet describe la sociedad finlandesa de una manera diversa y rica en matices.
Habla, entre otras cosas, del sistema político finlandés, de la condición de la mujer, de la comida típica o de las diversiones populares de los finlandeses a finales del siglo XIX. Ganivet es un espectador curioso, se interesa por las similitudes y por las diferencias, por lo novedoso y quiere descubrir la esencia de lo finlandés, en una época en la que en Finlandia se estaba fraguando el nacionalismo a través del arte y la cultura. El objetivo inicial de las cartas es hablarles a sus paisanos de mundos lejanos y distintos para que abran su mente y descubran nuevas formas de hacer las cosas.
La comparación que hace el autor entre la sociedad finlandesa y española es muy interesante, incluso para el lector contemporáneo, y es que Ganivet observa la cultura de su país de acogida con una gran apertura mental. Aunque no todos los rasgos de la cultura finlandesa le agradan, lógicamente, – en su opinión “el espíritu del país es siempre triste” – admite que ciertas cosas, muestra su admiración por las innovaciones tecnológicas, que en Finlandia están muy avanzadas. Ganivet valora también el arte finlandés, sobre todo el teatro, y dedica una carta entera a examinar la epopeya finlandesa, el Kalevala, que llama enormemente su atención y que considera auténtica expresión del sentimiento de Finlandia.
A los lectores, también a los finlandeses, les pueden parecer curiosas algunas de las costumbres o anécdotas que menciona, por ejemplo que, en la Finlandia de finales del siglo XIX, la bicicleta (o velocípedo, como la llama Ganivet) jugaba un rol muy importante en la sociedad. “Por el velocípedo hay verdadero delirio y las mujeres lo han aceptado como instrumento de emancipación”, escribe. También le sorprende lo usual que era el teléfono en la época, que para el autor es una persona más en cualquier conversación y hasta los que no están físicamente presentes pueden participar en las reuniones fácilmente a través del teléfono.
Por otro lado, la gastronomía finlandesa le parece bastante humilde, ya que el clima no permite cultivar “las cosas más indispensables para la vida” y los productos importados suelen ser muy caros. El escritor tiene muchas ganas de comer ajo y finalmente consigue encontrarlo en una botica, ya que en el país nórdico este alimento se suele usar únicamente como medicina. Por otro lado, la típica ensalada finlandesa, que contiene ensalada de lechuga, manteca derretida, vinagre, mostaza y azúcar en gran cantidad, no le abre el apetito.
Puedes encontrar Cartas Finlandesas en la biblioteca del instituto. La edición de Nórdica contiene también otra obra de Ganivet, Hombres del norte, que incluye seis ensayos sobre escritores noruegos. Además de este libro, nuestra biblioteca tiene una colección amplia de libros que tratan sobre la historia de Finlandia. ¡Acércate a conocerla!