Febrero es el mes de Laponia y, para celebrarlo, el Instituto Iberoamericano de Finlandia ha inaugurado una interesante exposición de la artista saamí Iria Ciecka-Schmidt titulada Danza a la gran ave.
La creadora lapona asistió al acto de inauguración y manifestó su entusiasmo por estar en España agradeciendo además a los asistentes su presencia.
La obra de Iria está compuesta por trece cuadros que reflejan lo étnico, la mitología lapona y el simbolismo de las pinturas rupestres, pero que también se han inspirado en los numerosos viajes de la artista al extranjero, durante los cuales ha observado la vida de los pueblos indígenas. En la muestra se subraya la fuerte paleta de colores y los temas relacionados con la naturaleza.
La exposición estará abierta al público en el Instituto Iberoamericano de Finlandia hasta el 22 de febrero.
Entrevista a Iria Čiekča Schmidt
Tu exposición Danza a la gran ave alude al baile. ¿Podrías explicarnos un poco este título?
La danza es algo que habita en el interior de cada ser humano, constituye una manifestación mental muy primitiva. Los occidentales desgraciadamente la han pedido y en su lugar han colocado una expresión estereotipada. El baile constituía inicialmente una manera de aplacar al dios o a los espíritus, esto lo he observado contemplando los bailes de personas en África y México o Groenlandia. En mi trabajo, la danza nace de las pinturas rupestres laponas que con frecuencia reflejan diferentes ceremonias. Éstas suelen estar llenas de bailes y tambores. Si por ejemplo se consigue una gran ave, se recibirá mucho alimento y por eso cazar un pájaro significa para los lapones algo sagrado y ceremonial. Los elementos animales propios de la cultura de caza saamísuelen dominar en estas imágenes rupestres. Mi abuelo era cazador de pájaros y pescador y vivió diez años en un lugar con pinturas rupestres en Noruega.
Tu obra refleja la mitologíalapona, pero a través de tus viajes han recibido también influencias de religiones naturales africanas. ¿Qué similitudes encuentras entre las culturas indígenas saamí y africanas?
A la cultura lapona y a la cultura primitiva africana las une fuertemente su creencia en la naturaleza. Entre las personas y la naturaleza se puede ver un fuerte vínculo. Además, todas las cosas poseen su dios y sus espíritus protectores. Las gentes también se ayudan mutuamente y piensan que lo le que hagas a los demás te revertirá a ti, así pues todo en la vida es un reflejo de algo. Se pueden encontrar similitudes en que en ambas culturas el tambor es un instrumento especial. Para los lapones significaba un medio de llamada entre los dioses y los humanos. Posteriormente los saamí experimentaron un destino terrible cuando su fe fue criminalizada y los tambores exterminados. Es por ello que cuando viajo a África me parece que estoy dirigiéndome a mi hogar, en el sentido espiritual.
Posees una amplia formación artística y has estudiado entre otros lugares, en México. ¿De qué modo influyó ese período en tu producción? ¿Te han inspirado de algún modo los grupos étnicos americanos?
También en México me emocioné con las historias de dioses. He trabajado mucho con este tema, uno de los grandes trabajos por ejemplo se refiere al dios de la lluvia. México fue una experiencia tremenda para mí. El museo antropológico de Ciudad de México y la fascinante isla de Cozumel, donde una mujer llamada Maya solía peregrinar, me han influido enormemente. Fundé una asociación artística internacional llamada Frida que en estos momentos se encuentra “de vacaciones”, pues ahora estoy concentrada en mi propio trabajo. Además, la cultura maya significa mucho para mí. Por ejemplo he grabado mi horóscopo maya en colores turquesa y dorado en una de mis obras.
Perteneces a la etnia lapona y has nacido en Enontekio. Además de en tu obra artística, ¿se ve de algún modo que formas parte de los saamí?
Es cierto que los genes determinan la vida de las personas y lo que les interesa. Personalmente me considero una peregrina de las montañas de Laponia y por ejemplo recojo bayas para el invierno. Paso todos los veranos en las colinas laponas. El reno constituye para mí un animal sagrado, no un producto industrial que es cortado en pedazos. En verano vivo sin electricidad en el área al que pertenezco. Me moriría si no pudiera ir cada verano al Norte a escuchar el zumbido de los mosquitos. El dios del trueno siempre está presente en aquella zona, para lo bueno y para lo malo. Vivo en lo alto de una roca a la orilla de un lago y todos me dicen continuamente que un día habrá un trueno y caerá en mi casa. Por supuesto, le he hecho una estatua al dios del trueno, que me protege a mí y a mi casa.