Ilustrador Gusti

Entre dos orillas: Gusti dibuja el alma de las cosas

El ilustrador argentino, afincado en Barcelona desde hace más de tres décadas, Gustavo Ariel Rosemffet, “Gusti”, comparte en esta entrevista cómo sus raíces latinoamericanas, su experiencia europea y su mirada abierta al mundo se entrelazan en una obra que oscila entre lo lúdico y lo profundo. Entre cuadernos de viaje, proyectos de inclusión y libros para la infancia, Gusti nos habla de la búsqueda de una voz visual honesta que trascienda fronteras.

Cuando abordas un nuevo proyecto de ilustración, ¿qué procesos sigues para encontrar la voz visual que mejor cuente la historia?
Es curioso, pero en muchos proyectos no tengo muy claro cómo los voy a ilustrar. Juego, hago bocetos y, en algún momento, algo me llama la atención y ahí comienzo. A veces dejo reposar esos dibujos unos días o semanas, y con un poco de distancia lo veo más claro. Ahí sí me lanzo como un tren a toda velocidad.

Como ilustrador argentino que vive en Barcelona, ¿de qué manera se reflejan tus experiencias culturales diversas en tu obra? ¿Cómo dialogas con las tradiciones de la ilustración latinoamericana y europea, y qué innovaciones buscas en tu propio lenguaje visual?
La verdad es que, desde que salí de Argentina con 22 años, tuve un período de adaptación, porque lo que hacía yo en Argentina aquí no era lo que se precisaba. Pero ya llevo como 35 años fuera de mi país, así que encontré mi propia voz, donde todo va incluido: mis raíces, mi manera de ver las cosas. En realidad, siempre intento ser honesto con lo que hago: a veces me sale bien, otras no lo consigo, todo forma parte.

Has trabajado en proyectos sobre inclusión y diversidad. ¿Cuál crees que es el papel del arte en la construcción de sociedades más empáticas?
Encuentro que el arte es una gran herramienta de inclusión: el papel en blanco es la sociedad, y ahí todos y todas tienen su oportunidad de expresarse más allá de sus talentos y sus limitaciones. Todos los colores son bienvenidos.

Muchos de tus trabajos están dirigidos a niños. ¿Cómo equilibras la complejidad de tus ideas con la claridad necesaria para este público?
En mi caso, siento que soy una persona con espíritu de niño, así que no me cuesta mucho poner eso al servicio de contar una historia con palabras e imágenes. Me cuesta más el mundo de los adultos.

Finlandia tiene paisajes y luces muy particulares. ¿Alguna vez esos elementos han influido en tu manera de ilustrar o en tus elecciones de color y forma?
Sí, el tema de la luz y las sombras es muy importante para mí. Suelo dibujar mucho en libretas cuando viajo o cuando bajo a la ciudad y tomo apuntes. Me gusta mucho dibujar a las personas, sus posturas, y poder apreciar su identidad: no es lo mismo dibujar a una persona del Bronx que a un japonés, etc. Con los paisajes me sucede lo mismo y, entonces, cuando abordo un tema, un libro, todas esas observaciones se manifiestan y aparecen. No son sólo dibujos, sino que trato de ver más allá, podríamos decir, de buscar el alma de las cosas. Y eso hace que los dibujos tengan vida.

¿Qué autores o autoras interesantes recomendarías al público finlandés?
Uf, hay tantos… A mí me gustan mucho los de la vieja escuela: Sempé, Quentin Blake, Kvĕta Pacovská, André François. Me gusta mucho Benjamin Chaud. Entre los más actuales, hay gente súper buena: Andrea Antinori, Manuel Marsol, Emilio Urberuaga, Kitty Crowther, etc.

Entrevista de publicación libre con permiso del Instituto Iberoamericano de Finlandia.