Anna Murtola, una flamenca finlandesa

La cantaora finlandesa Anna Murtola lleva fascinada por la poderosa expresión emocional y la explosividad del flamenco desde niña. «Entonces pensaba: Vaya, esto es algo realmente poderoso». Y es que Anna Murtola hace lo que le gusta, partiendo de sus raíces, que están en la localidad de Oulu. Su segundo álbum, La tierra blanca, fue nominado a Álbum del Año por la crítica discográfica alemana, y para su último disco, se ha inspirado en las calles de su ciudad natal.

¿Cómo te iniciaste en el flamenco?
Empecé con el flamenco en Oulu, el año que comencé el instituto. Me enamoré enseguida. El flamenco me impresionó. Lo conocí por mi madre. Recuerdo cuando la esperaba en su clase de baile, sentada al fondo de la sala, mientras las mujeres zapateaban en el suelo. Tenían la espalda mojada de sudor. Empecé mi carrera de cantante desde el flamenco, cuando nuestra profesora de baile decidió montar un club de cante. Escuchábamos las grabaciones y seguíamos el ritmo. La primera vez que canté flamenco delante de un público fue en un espectáculo de estudiantes de la asociación flamenca. Después fui a España a estudiar cante con cantaores flamencos españoles. Llevo más de 20 años cantando flamenco, y la última década como profesional.

¿Qué similitudes y diferencias has encontrado entre el apasionante flamenco español y la música tradicional finlandesa?
Yo diría que una de las mayores diferencias entre el flamenco y cualquier otro estilo de música es su increíble riqueza rítmica, la dinámica musical y el poder y el papel de la interpretación. En el flamenco todo se hace de cero a cien; la dinámica de la música, la diferencia entre el sonido más tranquilo y el más fuerte, es explosiva. La expresión e interpretación de las emociones es tan importante que hace que muchos otros estilos musicales parezcan muy comedidos. Estas son las cosas que me fascinan del flamenco.

La tierra blanca, tu segundo álbum, se publicó en el sello alemán Nordic Notes, especializado en música tradicional nórdica, y fue candidato a Álbum del Año en la categoría World Music. En La tierra blanca se toca el kantele, y la última canción, Annikin laulu, recuerda a un poema del Kalevala. ¿Cómo se manifiesta lo español y lo finlandés en tu obra musical?
La letra de Annikin laulu procede de la tradición careliana. El poema se cantaba en mi tierra natal, en Repolia, que ahora forma parte de Rusia. La tradición de cantar poemas ya existía en otras partes antes de ser recopilada en el Kalevala. En mi trabajo artístico, siento que las raíces desempeñan un papel importante, y, aunque creo que he encontrado mi hogar musical en el flamenco, para mí es importante aportar mi propia voz y mi perspectiva a esta tradición española. He estudiado e investigado profundamente el flamenco y respeto su tradición y sus orígenes, pero también quiero hacerlo a mi manera, desde mis raíces, que están en el norte de Finlandia. Para mi último disco, me he inspirado en las calles de mi infancia y juventud en Oulu, en la naturaleza y los paisajes mentales del norte y en el folclore finlandés.

¿Qué significa para ti lo finlandés? ¿Y lo español?
Finlandia y lo finlandés es el suelo en el que nací. Pero mis raíces musicales están en el flamenco. Siento que la unión de ambos es el crecimiento de un árbol cuyas hojas sólo podrían haber surgido de esta combinación. Lo finlandés también significa que tengo la oportunidad y la capacidad de ejercer esta profesión, que he tenido la posibilidad de estudiar en una de las mejores escuelas de música del mundo, y que he recibido apoyo de muchas fuentes diferentes a lo largo de mi carrera artística. La seguridad social finlandesa me ha permitido trabajar con un arte tan marginal. La cultura flamenca está tan fuertemente ligada a la cultura española, que ha traído a mi vida muchos otros elementos culturales. España está siempre presente en el flamenco y, por tanto, es una parte inseparable de mí, la Anna finlandesa.

¿Cómo ha sido trabajar en la escena flamenca? ¿Has experimentado algún reto como finlandesa?
A pesar de la atención internacional que ha suscitado mi último disco, trabajo sobre todo en Finlandia y en la escena flamenca finlandesa, donde el número de profesionales se puede contar los dedos de una mano. En este sentido, como cantaora flamenca hay mucho trabajo de hacer, porque somos muy pocos artistas. Pero el flamenco es un arte muy marginal y estamos trabajando duro para darlo a conocer y para que sea demandado por un público más amplio. Cuando estudiaba cante en España, la acogida como artista de flamenco extranjera siempre fue muy positiva y se mostraba interés. Muchos cantaores españoles están orgullosos y agradecidos de que el flamenco interese en otras partes del mundo, además de en Andalucía. A nivel mundial, el cantaor flamenco finlandés es un producto de exportación que conlleva un desafío. Como artista, para mí es importante hacer lo mío, así que cuando me preguntan por qué contratar a un cantaor flamenco finlandés y no a uno español, la respuesta es: porque nadie más hace el tipo de flamenco que yo hago.

Cantas tanto en español como en finés. ¿Qué relación has desarrollado con la lengua española a través del flamenco? ¿Cantar en los dos idiomas tiene el mismo significado?
Empecé mi carrera desde el flamenco. El español se convirtió en un idioma tan natural para mí que durante mucho tiempo no me parecía natural cantar en finés. Empecé a escribir letras en español para mi antiguo grupo, Bajo Cero, a principios de 2010. Mi salto al finés tuvo lugar en 2018, cuando traduje y grabé Volver, el viejo clásico del tango de Carlos Gardel, para mi álbum debut Fuego por dentro. Después de eso, me sentí bien combinando el finés con el flamenco. Para el nuevo álbum he escrito una canción llamada Nana / Tuutulaulu, en la que combino nanas españolas de influencia flamenca con viejas letras de nanas finlandesas.

Las letras de La tierra blanca reflejan sus experiencias personales. ¿Cómo fue el proceso de escritura?
Desde el principio supe que quería escribir para La tierra blanca en Oulu, mi ciudad natal. Residí allí en varias ocasiones durante un par de años, pasé tiempo en lugares que eran importantes para mí, recordando, escuchando y sintiendo los impulsos que me evocaban. Durante estos viajes escribí muchos textos a partir de los cuales compuse canciones. Entre los compositores están el guitarrista flamenco Robert «Robi» Svärd, de Suecia, mis colaboradores desde hace mucho tiempo, el guitarrista Joonas Widenius y Juho Koskimies. En el proceso de composición y arreglos desarrollé un método de tres partes para las canciones, que quería que encajara en el marco melódico y rítmico tradicional de las canciones flamencas. También hay algunos temas en el disco que no son tan estrictamente flamencos.

¿De qué tratan tus canciones?
La idea y el concepto de La tierra blanca nacieron un fin de semana de noviembre de hace unos años, cuando estaba de gira en Oulu. Caminaba por las calles de mi ciudad y sentía el familiar viento frío. Sentía como si ese frío penetrara bajo la ropa y me desnudara. Me hizo pensar en cómo nuestras experiencias y vidas, cómo los lugares visitados, se acumulan a nuestro alrededor cual capas. Debajo, en algún lugar, sin embargo, hay una especie de esencia central, que tal vez se revela cuando estás en las raíces de tu propia historia. Así nació una canción llamada Northwind Bulería y, de hecho, la idea de todo el álbum: un regreso a mis propias raíces norteñas. También hay canciones que se inspiran en los paisajes y la vida de mi región natal. Escribí la canción Puentes blancos recordando los momentos felices de mi infancia en los parques de Hupisaari, con sus pequeños puentes blancos cruzando el paisaje. El álbum también incluye canciones dedicadas a mis padres, a los que perdí a una edad temprana. Para mi padre escribí De azul plomo. Para mi madre escribí una canción cuya primera estrofa está basada en un poema suyo, que traduje al español. El resto de los versos los escribí intentando igualar lo mejor posible esa cálida sabiduría suya aceptadora de la vida.

Foto: Matti Sten.